Giro a la izquierda? El funcional encanto de las consignas

Levantamos esta nota del politólogo Daniel Chasquetti, publicada en montevideo.com.uy, porque la consideramos de importante actualidad.

En las últimas semanas, algunos medios de prensa difundieron que algunos sectores de izquierda impulsarían un decidido giro a la izquierda de las políticas que el Frente Amplio desarrollaría en un eventual segundo gobierno. Para ello, se buscaría acordar un programa de gobierno que ilustre con claridad esa intención y que sobre todo, comprometa al candidato presidencial a ponerlo en práctica en el próximo período.

¿Qué quiere decir un giro a la izquierda en las políticas del gobierno? No lo sabemos muy bien todavía. En principio, parece razonable pensar que esos sectores políticos no están conformes con el gobierno de Vázquez por no haber sido suficientemente de izquierda. Esta afirmación, sin embargo, tiene dos connotaciones que vale la pena analizar. La primera refiere a los propios contenidos del programa de gobierno con que el Frente Amplio ganó la elección en 2004. Como todos recordamos, Vázquez ha declarado hasta el cansancio que él gobierna “con dos biblias, una la Constitución y la otra, el programa de la fuerza política”. Si esto efectivamente es así, y si los sectores que impulsan el giro están en lo cierto, el programa del Frente Amplio no habría sido tan de izquierda como se le dijo en su momento a la población. La segunda acepción consiste en considerar al programa como de izquierda y señalar que los hombres que lo aplicaron lo modificaron en la práctica. Esta interpretación pone en el banquillo de los acusados en primer lugar a Tabaré Vázquez, luego a los posibles precandidatos Astori y Mujica, y finalmente a la mayoría de los jefes de los grupos frentistas –Gargano, Rubio, Nin Novoa, Arismendi- que compartieron responsabilidades en el gobierno. Este es un terreno delicado, porque alguno podría argumentar que ciertos dirigentes no se apartaron del programa y otros sí. Tomemos el caso de Astori. En las múltiples ocasiones en que este ministro fue interpelado (Larrañaga por la inserción comercial del país, Iván Posadas y Luis Alberto Heber por la reforma tributaria), la mayoría de los sectores del Frente Amplio respaldaron sus políticas, considerándolas de izquierda, según palabras de diferentes legisladores oficialistas que constan en actas parlamentarias. Por tanto, la interpretación respecto al apartamiento del programa tampoco suena muy lógica, aun considerando el caso del mismo ministro de economía.

Por tanto, si el programa era de izquierda, y si los responsables de aplicarlo no se desviaron de sus líneas, queda una única interpretación posible para el deseo de girar a la izquierda: hasta ahora hemos visto un gobierno que es de izquierda, pero que no ha podido avanzar debido a la existencia de frenos diversos, como la inexperiencia, la burocracia, los constreñimientos externos que imponen los compromisos de deuda, etc. Para poder desplegar todo el potencial se necesitaría más tiempo, por lo cual un segundo período supondría la profundización decidida de las líneas ya establecidas. El giro supondría entonces profundización. Esto sin duda es discutible, pero tomémoslo por bueno.

Pero los promotores del giro/profundización programática no se han quedado allí. Han lanzado también otras consignas que bien vale la pena comentar. La primera y más importante es la de mejorar la distribución del ingreso. Los resultados conseguidos por el gobierno de Vázquez no han sido muy alentadores hasta el momento, y por ello, se ha desarrollado un argumento que afirma más o menos lo siguiente: el país crece sostenidamente, se aplicó la reforma tributaria, y se desarrollaron programas sociales; sin embargo la distribución no mejora, y la pobreza no cede al ritmo esperado; algo anda mal y hay que revisarlo.

Aunque en el mundo los académicos han derramado ríos de tinta estudiando los factores que influyen en la distribución del ingreso (nivel de productividad, calidad del empleo, estructuras estatales, regulación del mercado laboral, nivel de inclusión social, path dependence, etc.), nada se ha dicho todavía sobre cómo se lograría esa mejora girando a la izquierda. Es más, algunos dirigentes cuando hablan sobre el tema dejan entrever un profundo desconocimiento del problema, pues consideran normalmente aspectos parciales, como creer que la culpa la tienen únicamente los ciudadanos ricos, sin reparar que la distribución es el resultado de un conjunto de relaciones establecidas, que están sujetas al accionar de grupos que pugnan por una porción del ingreso, en detrimento de otros ciudadanos no organizados que pierden sistemáticamente la partida.

También se han mencionado el tema de las políticas sectoriales para estimular el desarrollo, sin determinar con claridad cuáles políticas se escogerían y cómo serán implementadas. Sólo Mujica mencionó su intención de apoyar decididamente a la lechería, esgrimiendo algunos argumentos de peso. El resto de los promotores del giro no avanza más allá de la consigna. Esto conduce nuevamente a la conclusión de que tampoco en este rubro se ha realizado un esfuerzo cuidadoso por formular soluciones con rigor. No se toma en cuenta ni de la experiencia internacional ni la nacional. No se preguntan por qué ciertos emprendimientos han sido exitosos (como la política forestal) y otros se encuentran al borde del fracaso (como la vitivinícola), o por qué ciertas áreas se desarrollan sólas, sin necesidad de políticas sectoriales explícitas (software).

Finalmente aparecen las poco difundidas seis líneas estratégicas del MPP, presentadas hace algunas semanas en un órgano de distribución partidaria, y que por sus contenidos llaman poderosamente la atención. Obsérvese: uso productivo de la tierra priorizando la lechería, la granja, la ganadería y la agricultura; transporte multimodal para el desarrollo; cambio en la matriz energética; proyecto educativo basado en el desarrollo de capacidades para el trabajo; potenciar al Mercosur; y transformación del ahorro interno en inversión para el país promueva la creación de instrumentos financieros. Cualquier observador medianamente informado podría preguntarse con razón si estas ideas son en verdad el pretendido giro a la izquierda en el programa. Salvo la idea de volver a insistir con el Mercosur, y la voluntariosa intención de transformar el ahorro interno, las restantes podrían ser firmadas por cualquier dirigente del espectro político nacional. Y eso sucede porque en verdad ninguna de las cuatro es de izquierda o derecha, sino que son neutras, y responden a problemas sustantivos del país, que obviamente trascienden las líneas identitarias de un programa partidario.

En suma, la consigna del giro a la izquierda en el programa dista mucho de ser la expresión de un cambio ideológico en la interna del Frente Amplio. La consigna expresa más bien el deseo de ciertos sectores de reforzar la identidad de izquierda del conglomerado partidario, o de intentar diferenciarse al momento de la elección de ciertos talantes y prácticas centristas que el ejercicio del gobierno le impuso a Vázquez y su equipo. Pero también cabe la lectura de que esa consigna constituye una estrategia política en si mismo, que apunta a incidir en la definición de la candidatura presidencial del Frente Amplio. La mayoría de los grupos comprometidos con esta consigna están lejos de pretender imprimir un giro drástico al programa, pues saben muy bien que así no se ganan elecciones. Ellos saben que los cambios en una sociedad o son graduales, o no lo son. La tesis de la telaraña del programa (que atrapará a la mosca incauta) es sólo una alegoría de gente con imaginación proficua.

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