PENSANDO EN VOZ ALTA...

¡Por qué no te callas!


Recordemos cuando en la última cumbre de Hispanoamérica y ante las clásicas intervenciones del presidente venezolano Hugo Chávez, el Rey español, Juan Carlos de Borbón, le hizo el ya famoso desplante: “Por qué no te callas?”. Allí, la derecha gozó plenamente,

Pero como es un Rey, todo es bien visto. Y pocos se enteraron lo que estaba diciendo Chávez.

Unos meses después, esas relaciones tensas entre España y Venezuela, tuvieron un buen final. Volvió la cordialidad, gracias a la necesidad de España, de obtener en forma diaria 10.000 barriles de petróleo a 100 dólares cada uno. Y a cambio, los venezolanos embolsan un buen dinero que será utilizado en medicamentos e insumos para la salud y la educación.

El ¡Por qué no te callas! ahora, por lo menos para los grandes medios, es una anécdota jocosa, mientras el negocio de ambos países, tiene una repercusión menor. Se le fue el enojo a España, ya no lo manda callar, se requieren sus servicios y los abrazos y agasajos se multiplican.

Y Venezuela camina, seguramente con avances y retrocesos, como cualquier otro proceso que quiere abrirse paso en un mundo muy complejo y donde los intereses económicos llegan al extremos de invadir naciones y exterminar poblaciones.

Chávez, volvió a jugar bien las cartas, y se ganó un merecido prestigio a nivel mundial, casi de manera inversa a como lo odia el imperialismo.

Venezuela tiene petróleo y otras riquezas, pero también, una forma inteligente de hacer política. Por ejemplo en las dos últimas reuniones, con Uribe primero y el Rey Juan Carlos ahora; Chávez benefició mucho su propia imagen, principalmente ante aquellos que sólo se hacen eco de sus detractores, sin analizar los intereses que están en juego y también a la propia Venezuela y toda nuestra región.


¿Y nuestros radicales?


De Tabaré ya no tienen más que criticar. Todo sirve. Cuando el Rey le dijo a Chávez ¡Por qué no te callas!, fue muy común oírlos decir: “Este Chávez es un revolucionario” y “no le tiembla el pulso”.

Parecía que Chávez decía lo primero que se le venía a la cabeza, muchas veces sin medir el momento, la oportunidad o el lenguaje, que puede ser adecuado para los caribeños pero no para el resto del mundo.

Pero no sólo era común, escuchar de esas bocas esos elogios, sino que aprovechaban para afirmar ¡Si tuviésemos un presidente como ese!

¿Qué hubiese pasado si Tabaré se abrazaba con Uribe?, o si ¿Se le hubiese ocurrido ir a España, luego de recibir la frase que recibió el líder venezolano?

No sabemos la respuesta, pero intuimos que hubiesen puesto una carpa en alguna plaza céntrica, para juntar firmas para echar a Tabaré o formar un partido nuevo, verdaderamente de izquierda y no como lo que tenemos, que según algunos es de derecha.

En fin, hay quienes analizan la política con el corazón, pero no la cabeza. La pregunta que nos hacemos es qué pasaría en el Uruguay si tuviésemos petróleo del que sí, dispone Venezuela.


Un solo corazón


Chiruchi y el turco Abdala, vivieron en estos días las mayores decepciones de sus trayectorias políticas.

Fieles a sus líderes, en la malas y en las buenas, tanto los ex presidentes Lacalle, como Sanguinetti, les dieron un portazo en las narices.

¿Para qué tanto esfuerzo? La bronca seguramente la tendrán acumulada en cantidades industriales, no así la sorpresa, porque ellos saben cómo se van definiendo los cargos en sus colectividades. Más, es seguro que también hubiesen realizado lo mismo, con otros en algún momento.

Nos contaba un amigo, que en una oportunidad intentó meterse a trabajar en política en el Herrerismo y eligió un grupo muy pequeño. Parecían cuatro locos y un tambor. Pero trataban de hacer fuerza.

Y llegó la noche de ocupar posiciones para la elección que se avecinaba. Fue de los primeros en entrar a la sala donde se realizaría la reunión y para su sorpresa, le fueron pidiendo primero que se corriera, luego nuevamente que ocupara la otra silla que estaba vacía y finalmente terminó parado y en la lista, ocupó el lugar vigésimo cuarto.

Estaba realmente desmoralizado, pues había dedicado bastante de su tiempo, poniendo su auto al servicio de toda la actividad del pequeño grupo. Pero no le alcanzó...

Y así es la vida en la interna de los partidos tradicionales. No pierden tiempo en discusiones estériles y en fijar posición sobre los distintos temas. Lo que importa es ver quién “me” conviene más aportando votos y lo demás es lo de menos.

Salvo que alguien se quiera asegurar un lugar concreto en las listas, haciendo un especial aporte a la campaña.

Recordemos aquellas desavenencias de Da Silva Tabárez y Millor...

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